Rusia y Ucrania tienen previsto afrontar en las próximas horas una segunda ronda de consultas con vistas a un eventual alto al fuego tras una semana de invasión militar rusa que ya provocó el éxodo de más de un millón de refugiados, mientras las fuerzas de Moscú continuaban su ataque a Jarkov, la segunda mayor ciudad ucraniana, tras tomar una localidad portuaria y cercar otra.
El canciller ruso, Serguei Lavrov, aseguró hoy que Moscú estaba listo para retomar el diálogo pero que, mientras tanto, continuará con su ofensiva en Ucrania, a fin de destruir infraestructura que Rusia considera una amenaza.
Lavrov reveló que la delegación rusa enviada a las conversaciones en la vecina Bielorrusia, también fronteriza con Ucrania, ya entregó a la delegación ucraniana sus exigencias en la primera reunión del lunes pasado y que en la de hoy espera una respuesta.
El gobierno ruso del presidente Vladimir Putin pretende el reconocimiento de Crimea, la península ucraniana que se anexionó en 2014, como territorio ruso, además de «la desmilitarización y la desnazificación» de Ucrania y la promesa de un estatuto de país neutro que frene su ingreso a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Por su parte, Ucrania, que ayer se manifestó lista para nuevas conversaciones pero que dejó en claro que no acepará «ningún ultimátum», exige un alto al fuego y la retirada de las tropas invasoras.
Desafiante, el presidente ucraniano Volodimir Zelenski prometió hoy en un mensaje de video que Rusia asumirá todos los costos económicos de la reconstrucción de Ucrania. «Nos van a reembolsar por completo todo lo que han hecho contra nuestro Estado, contra nuestro pueblo», enfatizó.
Sigue el éxodo masivo de ucranianos
El recuento de más de un millón de huidos de Ucrania del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (Acnur) representa un éxodo a un ritmo sin precedentes en lo que va del siglo y equivale a más del 2% de la población de 44 millones de personas del país europeo, apuntó el organismo, que predice hasta 4 millones de refugiados por la guerra, o incluso más.
La evacuación masiva podía verse claramente hoy en la oriental Jarkov, la segunda mayor ciudad de Ucrania, donde residentes desesperados por escapar de las bombas y los ataques de artillería desbordaban trenes en la estación central, a veces sin saber hacia dónde se dirigían.
Por la noche, varias explosiones se oyeron en Kiev, la capital, por ataques rusos, en su afán de tomar la capital, el gran objetivo de Putin.
El Ministerio de Defensa ruso dijo que uno de ellos destruyó un centro de transmisiones en el barrio de Lysa Hora, 7 kilómetros al sur de la sede del Gobierno.
En un comunicado, señaló que se usaron armas de precisión y que no hubo ni víctimas civiles ni daños en edificios residenciales cercanos.
El Ejército de Ucrania no se refirió a los ataques y solo indicó que fuerzas rusas se estaban «reagrupando e intentando llegar a la periferia norte de Kiev».
Ayer, en vísperas de la reunión de representantes de Rusia y Ucrania en la región bielorrusa de Brest, que limita con Polonia, la delegación rusa manifestó que ya había «una propuesta de alto el fuego sobre la mesa».
La primera gran victoria rusa
La reunión llegará al día siguiente de la caída en poder de Rusia de la sureña ciudad portuaria de Jerson, de 290.000 habitantes, situada a orillas del mar Negro.
Se trata de la principal victoria hasta ahora de las fuerzas rusas, que prosiguen su ofensiva en ciudades orientales, como Jarkov o Mariupol.
Las autoridades de Jerson confirmaron anoche la caída de la ciudad, pero dijeron que la bandera ucraniana seguía ondeando en los edificios públicos.
El alcalde de ciudad, Igor Kolykhayev, no solo anunció que habló con el líder de las tropas invasoras, sino que reveló que impuso un toque de queda nocturno y la restricción de circular en automóvil.
«Hasta aquí todo va bien. La bandera que ondea encima nuestro es ucraniana. Y para que esto siga así, estas exigencias deben ser respetadas», señaló. Jerson queda a un centenar de kilómetros de Crimea.
Otro éxito ruso
Las tropas rusas tomaron otro puerto importante del país, Berdiansk, y aún atacan el de Mariupol, cuyo alcalde, Vadim Boichenko, aseguró que la ciudad está «sin luz, sin agua, sin calefacción».
Si cayera esta población, Rusia podría asegurarse una continuidad territorial entre las fuerzas procedentes de la península de Crimea y las llegadas de los territorios separatistas rusoparlantes de la región del este del país conocida como Donbass.
Otro punto caliente del conflicto es Jarkov, la segunda ciudad más poblada del país con 1,4 millones de habitantes, escenario de fuertes bombardeos y de combates tras el aterrizaje de tropas aerotransportadas rusas.
La Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) confirmó que una de sus empleadas murió ayer en esa ciudad, donde «misiles, proyectiles y cohetes están impactando edificios residenciales y centros urbanos, matando e hiriendo a civiles inocentes».
Autoridades locales también denunciaron ataques aéreos en la cercana ciudad de Izium que mataron a ocho personas, incluidos dos niños.
La oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos reportó la muerte de 227 civiles y otros 525 heridos en Ucrania en la primera semana de invasión, aunque dejó entrever que la cifra real es mucho mayor.
Discrepancia en el número de muertos
De hecho, el servicio de emergencia de Ucrania informó ayer que los muertos civiles eran más de 2.000.
La invasión será investigada por el fiscal de la Corte Penal Internacional (CPI) por presuntos crímenes de guerra después de repetidas acusaciones de Kiev de bombardeos contra zonas residenciales.
Lo mismo provocó múltiples sanciones de gobiernos, instituciones y empresas occidentales para aislar a Rusia diplomática, económica, cultural y deportivamente.
Ayer, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó por aplastante mayoría (141 votos a favor, 5 en contra y 35 abstenciones) una resolución no vinculante para exigir a Rusia la retirada de sus tropas de Ucrania y «deplorar» su invasión.
La economía rusa sigue en caída libre
El rublo se devaluó casi un 11% y acumula más de un 40% desde el inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania.
El rublo, la moneda rusa, se devaluó hoy 10,76% frente al cierre de la víspera y se ubicaba en 117,42 por dólar, una cifra que además lleva acumulada una depreciación de 40,63% desde el día previo al inicio de la invasión de Rusia en Ucrania, el 23 de febrero último, cuando cotizó a 83,5.
La devaluación de hoy es la más importante en la última semana, la primera desde que comenzó el ataque a Ucrania, ya que en apenas 24 horas cada dólar se encareció en 11,4 rublos.
Así, las distintas medidas adoptadas por el Gobierno de Vladimir Putin para mitigar los efectos de la escalada bélica y de las sanciones impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea a la economía y las finanzas rusas, no se traducen en los resultados esperados.
La empresa MSCI anunció ayer que el índice MSCI Rusia fue rebajado de «Mercado Emergente» a «Mercado Aislado».
Hoy, las calificadoras de riesgo Moody’s y Fitch rebajaron la nota de la deuda pública rusa que se encuentra en un virtual estado de cesación de pago.
Esto podría concretarse en la presente jornada, fecha de pago del cupón de la deuda soberana en rublos, de la cual los inversores extranjeros tienen 26.000 millones, luego de que el Banco Central de Rusia prohibiera la cancelación de los vencimientos de los bonos soberanos y corporativos a inversores extranjeros.